Ya sabemos qué es Ni una menos

Es de esas tardes de verano, la hora en la que  el sol se pone y el mundo parece un poco mejor. Para volver a mi casa tengo que esperar un colectivo que como todo domingo en el conurbano una eternidad puede pasar hasta que venga. Decido caminar en vez de esperarlo y de paso aprovechar la tarde. Vengo de estar todo el día pensando la violencia de género, laburando en un cortometraje que denuncia ese drama social y que tan presente tengo en estos tiempos. También, en el marco del Día Internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer, pienso en todas las formas no extremas y sutiles que me hicieron víctima de este tipo de violencia. Camino veinte cuadras, me quedan unas diez más. Pero hay algo que me llama la atención hace dos cuadras y es molesto. El ruido de una moto a lenta velocidad atrás mío me hace dar vuelta a mirar. La sensación de estar alerta en la calle la tengo incorporada desde que mi abuela me decía que no camine sola a la hora de la siesta. Nunca quise creer en ese miedo hasta que una vez caminando sola a la hora de la siesta un tipo que pasó en bici me cacheteó el culo. No quise creer en ese miedo hasta que dos tipos me siguieron por veinte minutos hasta que le pedí ayuda a un kiosquero y me escondí en su local. No quise creer en ese miedo hasta que en ese momento que miro al de la moto resulta que es un enfermo que  me está mostrando sus genitales sonriendo perrversamente. Bingo, digo para mí. Acelero el ritmo de mis pasos pero él  sigue con lo suyo, hasta que lo miro de nuevo  y en voz alta y con la voz temblorosa de los nervios intento decirle que es un hijo de puta. Pero no. Ahí otra vez me frenó el miedo. ¿Si el tipo se baja y me hace algo? ¿si me persigue hasta mi casa?. Cosas que normalmente suceden y que debemos estar alerta.
Llego a mi casa sin ningún tipo de sorpresa. Lo cuento con total naturalidad e incluso entre risas. En ese momento me doy cuenta que estoy banalizando lo qué pasó. Me doy cuenta que estoy naturalizando esa violencia que tanto milito en contra y que tan comprometida me creo estar. Me da bronca no saber qué hacer para contribuír a que eso pare. Me enojo conmigo porque no hice nada al respecto.

Ya sabemos todosProcessed with VSCO with p5 preset qué son los femicidios y sabemos de qué va Ni una menos. Pero no sabemos cómo frenar algo tan cotidiano y sutil como esto. Todavía no tengo la respuesta.

Una variable histórica

Y así es como hice las pases con Walter Benjamin, uno de los pioneros de la escuela de Frankfurt y filósofo fundamental con los que te topás cuando entrás a esta casa. Lo odiás o lo amás, pero no pasa desapercibido. Me costó horrores, me llevó tiempo y mucha frustración. Es así que hoy, cerrando otro año más acá adentro, pude captar su esencia. Sus términos tan abstractos e imposible de bajarlos a la realidad nos hicieron sufrir. Pero bastó tomarme unos minutos para que me caiga la ficha de lo que nuestro querido Walter quiso decir, y entender que aplica para todo. Como Benjamin decía en su clásico «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica» los humanos solemos atribuirle cierto valor cultual a aquello que consideramos único. Con el correr histórico, ese valor se fue atrofiando. Eso que concebíamos como único, auténtico e irrepetible se convierte en algo susceptible a la reproducción. Pierde su aura. ¿Qué tendrá esto que ver con la vida? Si, filosofía a martillazos. Esa ruptura solo es posible gracias al paso del tiempo. Este año rompí con todos los cultos que tenía. Lazos que creía irrompibles se hicieron polvo, autenticidades se volvieron vulnerables, prejuicios se volvieron grandes amigos, y aquellas cosas que creía imposibles hoy son de carne y hueso. Sólo fue cuestión de tiempo. La diferencia entre la magia y la técnica no es sino, una variable histórica, y hoy más que nunca. Gracias, hasta el año que viene.

Cómo es escribir a lo Jarcowski

La tarde es gris y el cielo amenaza con empezar a llover mientras el aula 214 se va llenando de curiosos. Quizá sea el espíritu de la fecha, 17 de octubre que trae consigo una carga significativa o tal vez sea sólo casualidad que la cita sea para entrevistar al autor de El Trabajo. Oriundo del sur del conurbano, precisamente de Lanús, Aníbal Jarcowksi logró cautivarnos a todos con la historia de Diana, una mujer que se ve inmersa en una ciudad abatida por una fuerte crisis económica y que ante la búsqueda incesante de trabajo. Para el lector que aún no haya tenido la oportunidad de leerla, El trabajo es la tercera novela de Jarcowski, además de Rojo amor (1993) y Tres (1998). Las grandes dificultades de obtener empleo, negocios que cierran para siempre, las mujeres, el machismo y la discriminación laboral son algunos de los tópicos que, a través de un erotismo tan propio logrado por el autor se despliegan encarnados por distintas historias de vida. Pero no es sólo la trama tan parecida a la realidad de El trabajo, sino que este escritor tiene un estilo de escritura particular que lo distingue. Jarcowski ya está sentado frente a nosotros: estamos listos para escuchar su testimonio. Sobre los bancos del aula se ven listas de preguntas, en otros cuadernos, vasos de café para sobrevivir al final de una tarde de lunes.

¿Cómo es escribir a lo Jarcowski? Siendo en su mayoría alumnos del Taller de expresión y próximos a escribir el trabajo final, las técnicas y recursos aplicados en la escritura, sus consejos y el secreto del proceso de escritura de una novela son algunos de los temas que se tratan a lo largo de esas dos horas de intercambio con el escritor.

En primer lugar, para Jarcowski seleccionar detalles para cada personaje es fundamental. Lo sé porque él nos lo dijo. Un color de pelo para uno, color de ojos para otro, característica física para otro, y así. Esto es para que cada uno tenga un rasgo distintivo que el lector lo recuerde.

En segundo lugar, Jarcowski considera fundamental en literatura explicar lo menos posible y mostrar lo que se quiere contar. Lo sé porque él nos lo dijo. Varios de los presentes sentimos curiosidad por saber el por qué del particular formato de diálogo, del efecto que buscó lograr repitiendo algunas secuencias del día a día de Diana, y el significado de algunos elementos que aparecen con frecuencia. La respuesta es esa: mostrar a través de todos estos recursos sin tener que recurrir a la explicación. Por ejemplo, para contar que en el tiempo de la novela una crisis económica y laboral afecta al país, no se lo explica, sino que a través del accionar de los personajes o de lo que va sucediendo queda explícito: locales que liquidan por cierre, largas filas de mujeres en las entrevistas laborales, la constante búsqueda laboral de Diana en su día a día entre otras marcas que le muestran al lector en qué contexto se está narrando.

 

Ahora llega el momento de hablar del tema de la obra y saber qué es lo que lo inspiró a escribir una novela que roza los hilos de la violencia de género y la discriminación y abuso laboral hacia las mujeres como eje central. Estamos en una fecha particular, cercanos a una convocatoria para las mujeres a realizar un paro y marcha a Plaza de mayo a reclamar justicia por la gran cifra de femicidios y por los derechos de las mujeres. Es un tema que nos tiene sensibles y al tocarlo podemos sentir cómo el aire se espesa. Sin embargo, un café derramado sobre una compañera y las risas descontracturan el ambiente. Los vestigios de una sociedad que había caído en la miseria, la economía quebrada, una tasa de desempleo que asustaba y la desesperación por conseguir un trabajo que dejaron los noventa generaron en el escritor un profundo rechazo. Tanto fue así, que ese sentimiento de desprecio a aquellos años fue el motor para escribir su tercera novela. Tal vez a eso se debe su forma particular de escribir los diálogos: sin signos de exclamación y de pocas palabras. “La gente cuando está mal no habla, o habla poco y nada” es la justificación de Jarcowski de usar ese recurso.

Por último, causa curiosidad saber qué hay detrás de la elección de escribir la novela en tres partes.  No sabe. Es algo que está tratando de descubrir. Pero sí hay algo que nos recomienda antes de escribir los capítulos: saber de antemano qué se va a contar en cada una de esas partes. Una vez que se tiene claro aquello, el resto es parte del proceso de escritura.

Ya es de noche y el aula se oscurece a la vez que se aclaran las curiosidades que queríamos que Jarcowski revele. Detalles, mostrar sin explicar y saber qué contar en cada parte: estos son los tres puntos más importantes que Jarcowski considera que no pueden faltar a la hora de escribir una novela. Lo sé porque él nos lo dijo.